Reforma escuela secundaria

Secundario: sí o sí

Hacer obligatoria una política pública siempre es un desafío. En su obligatoriedad va implícito el sentido de democrático aunque a muchos les resulte paradójico. Cuando hay para todos, hay que repartir.  No obstante querer hacer entrar a todos en una estructura que estuvo originalmente pensada para pocos como fue la escuela secundaria, sin duda, a poco de andar, se sentirá que aprieta el zapato. En este breve desarrollo se brinda un lineamiento histórico y el uso de los conceptos especializados de formato de lo escolar y gramática escolar para explicar los problemas que se palpan en las escuelas secundarias principalmente públicas, cómo problemas que surgen de decisiones que toman los adultos y no generados por los jóvenes.    


Qué queremos decir con forma y gramática escolar
Si consideramos con ayudad de nuestra imaginación a la línea de tiempo como un escenario podemos pensar que la escuela sale a escena ya en los siglos XVI y XVII, y si la enfocamos con un reflector desde ahí a nuestros días podemos ver una variedad de rasgos y actores que la componen que siguen en las tablas como si la función no hubiese terminado.
El maestro y el alumno viviendo su particular relación pedagógica, el universo de la infancia dando voz a ese alumno como ser en construcción, una organización del tiempo cada vez más racional, una actividad concentrada en ejercicios cuya única función consiste en aprender conforme a reglas a las que son sometidos tanto maestro como alumno, todo lo cual transcurre en ese espacio separado del mundo exterior, llamado escuela.
Esta es la forma de lo escolar previa al orden capitalista, que toma de las formas de educar preexistentes como las universidades, la caridad y las educación religiosa, la libre elección de los cursos mediante el “elige y combina”, las prácticas de control personal, la actividad de lectura de textos leídos y comentados por profesores sin una definición de secuencia, un énfasis en las formas escritas, predominantemente en una sala colectiva y desordenada donde la relación maestro alumno es de individuo a individuo y no masiva. 
Con el telón de fondo de la revolución industrial, algunos de estos rasgos dejan de cumplir su papel, otros no, pero entran a escena otros dos que terminan por conformar las características de la escuela tal como la concebimos hoy, el sistema de aulas y la disciplina escolar. 
El sistema de aulas, es el encargado de materializar la graduación, secuencialidad, estandarización y especialización propias del modelo de producción industrial, agrupa a los alumnos según dos variables relacionadas, edad y competencia, y pone a un solo profesor instruía a un grupo de niños mediante el “diálogo gentil”. 
A su vez, el currículo, resuelve de manera sistemática y general los contenidos que deben impartirse, la secuencia, el tiempo de transmisión y los destinatarios; lo que permite la producción masiva y la a la vez selectiva de los aprendizajes.
Ambos agruparon a los alumnos según dos criterios relacionados, la edad y la competencia haciéndolos corresponder en un nivel, lo que daba lugar a la adquisición ordenada prevista para cada grado.
Así configurada la instrucción de las masas subvencionada por los estados nacionales sostenida en el tiempo como si hubiera quedado una imagen inmóvil y congelada, reconocida por todos pero operando su origen en la inconciencia ya que no es más que una producción humana e histórica. Es esta la gramática escolar representante tanto del currículum rígido y la escuela graduada, ambos dientes del engranaje del  modo de producción capitalista.


La escuela secundaria
Ni en el mundo ni en la Argentina, la escuela secundaria fue creada para que la habiten todos los adolescentes, sino que sólo llegarían a ella aquella clase media acomodada con perspectiva de cursar estudios universitarios. En concordancia con ese mandato elitista, para ingresar a ellas los jóvenes debían aprobar un examen de ingreso con fines selectivos respetando estricto orden de mérito, es decir, los mejores entran, los otros no, por ende no era necesaria una extensa cantidad de vacantes. Una vez dentro, con la ayuda del profesor particular, había que esforzarse en aprobar año a año todas las materias, dibujando esa línea ininterrumpida y ascendente detrás del cual se esconde el fantasma del positivismo moderno.  La escuela secundaria no era obligatoria, sino para distinguidos.  Fuerza es pensar que la gran mayoría de los docentes están formados para aquel esquema lineal y meritocrático de esfuerzo personal. Parecería que forma y gramática se agudizan en la escuela secundaria.


El capitalismo criollo
De la escuela secundaria del capitalismo liberal de principios de siglo XX se destacan intentos de   reforma que son la de Osvaldo Magnasco y la de Saavedra Lamas.
El primero, Ministro de instrucción pública del genocida General Roca que, aunque nunca se llegaron a implementar, intentó llevar delante dos propuestas una en 1899 y otra en 1900, esta última llevaba el nombre “Proyecto de reforma a la enseñaza secundaria”. En líneas generales pretendía la institucionalización de un secundario técnico para derivar hacia él a los sectores medios que se incorporaban al nivel y evitar su presión sobre la universidad bajo el supuesto de una diferenciación del aparato productivo que en el modelo de acumulación agroexportador no era tal.
En 1916 Saavedra Lamas propuso la disminución de la escuela básica común a cinco años seguida de una escuela intermedia con distintas orientaciones, una propedéutica para la universidad, otra, técnicas y de servicios, y una tercera de oficios manuales, opciones que, debían hacerse tempranamente a los once años. Un año después con Yrigoyen en el poder se derogó la reforma y los sectores medios con condiciones de vida, materiales y simbólicas para hacerlo accedieron a la escuela secundaria que la única traba que ponía era el mérito personal y la exclusión de los peores: es la escuela secundaria per se.       
Durante el capitalismo de bienestar los sistemas educativos nacionales experimentan una masificación a la que no escapa la escuela secundaria. En Argentina se dio durante el primer período peronista principalmente a través de un circuito paralelo de educación técnica y profesional que dejó indemne la tradicional escuela mitrista. Durante este período la gratuidad sólo fue posible para la primaria y la universidad, y a ésta última sólo accedían quienes tenían buenas calificaciones en el secundario.
En años posteriores las prestaciones secundarias tienden a diversificarse, ya sea por provincializacion o privatización.  A partir de 1960 los establecimientos privados pasan a ser consideradas unidades administrativas técnico docentes de gestión propia, que aunque siguen los planes oficiales de nivel medio,  son los propios docentes de los establecimientos privados quienes acreditan. Unos años después, 1964 les es permitido, previa aprobación,  a las escuelas medias privadas desarrollar sus propios planes de  estudio. Esta desregulación da lugar a una dispersión de planes que encaja perfecto con el espíritu elitista del nivel y a su vez, contrasta con la excesiva y burocrática regulación exigida a los establecimientos oficiales.   
La dictadura cívico-militar no hizo más que, agregar a este modelo jerárquico, burocrático y autoritario los mecanismos de represión ideológica sobre contenidos y bibliografía.
Ya, la llegada de la democracia con su afán de incorporar al sistema educativo a grupos sociales excluidos suprimió su ritual examen de ingreso y a las escuelas secundarias públicas entró todo el que quisiera mediante sorteo de turno y de otras características aunque, siguieron vigentes las expulsiones por amonestaciones y por superar límite de faltas.  
A inicios de la década del noventa basándose en el cumplimiento del artículo 67 inciso 16 de las carta magna de 1853 se sanciona la primera ley orgánica que regula todo el sistema educativo, la ley federal de educación, la que establece la escuela general básica  y obligatoria de nueve años seguida de  tres años de polimodal. Es esta la más contundente aunque legal destrucción de la escuela secundaria. A esto se suma la transferencia de su gobierno y financiamiento a manos de las provincias.
La escuela secundaria de la década del noventa al servicio del  modo de acumulación flexible propio del neoliberalismo instituyó prácticas como la evaluación para control y asignación de recursos, lo que implica instaurar una perspectiva mercantil en donde las instituciones compiten entre sí ya sea por los recursos o para ofrecerse como alternativas frente al alumno-cliente.  Así la escuela de los noventa tiene que cumplir con el requisito de un mercado de competencia perfecta el que presupone la comparabilidad de los productos para que los alumnos-compradores puedan elegir, lo que configura un tipo particular de pedagogía: minimizar y homogeneizar contenidos para que estos puedan ser comparados.
Sancionada en el 2006 la ley nacional de educación restablece en una duración de cinco o seis años la escuela secundaria obligatoria y gratuita, y a partir de ella se entronca la serie de cambios de corte reformista-inclusivo que experimenta la escuela secundaria argentina de hoy. 
Invisiblemente o no, todos estos períodos de la historia argentina fueron atravesados por la gramática escolar que los sobrevivió. Y ha sobrevivido porque permite cumplir deberes de manera predecible, controlar, instruir alumnos heterogéneos, clasificar, ha sido la herramienta eficaz para cumplir con la función de selección y diferenciación que el capitalismo le otorgó al sistema educativo.
La actual reforma en media es un contraste con el breve delineamiento histórico precedente,  ya que es la primera vez que la escuela secundaria busca romper su propio molde, si bien en un modelo de acumulación capitalista,  se da en un contexto de democracia ampliada sostenida por una política redistributiva que asegura para los jóvenes adolescentes un “piso de derechos”.
Ahora sí… la escuela secundaria es obligatoria, gratuita, no se necesita aprobar examen de ingreso, no hay amonestaciones, cualquiera de sus modalidades y especialidades una vez aprobadas son válidas para iniciar una carrera universitaria, provee materiales indispensables para la inclusión como libros y netbooks, incluye  construcción ciudadana como contenido, brinda las horas de apoyo y los días de recuperación para reemplazar al profesor particular, y todos los jóvenes adolescentes cuentan con una asignación pecuniaria, ya sea familiar o universal por hijo. 
Ahora también… los jóvenes adolescentes de dieciséis años que lo deseen pueden votar representantes. 


Vino nuevo en odres viejos
La disolución de los aspectos elitistas de la primigenia escuela secundaria argentina hasta lograr la concepción de obligatoriedad respaldada por la asignación de los recursos aunque mínimos necesarios para llegar y mantenerse en la escuela de ninguna manera quiere decir que se haya logrado modificar aquellos rasgos que desde un lugar teórico se designan con el nombre de gramática escolar.
Rasgos eficaces, en el sentido de que no son inocuos, de que generan efectos. Efectos que se hacen sentir e interpenetran la práctica diaria de alumnos y docentes. Docentes y alumnos, sin tener una mirada especializada sobre la gramática escolar la sienten, la palpan, la nombran, la sufren.
El trato cotidiano con la escuela secundaria permite detectar y poner alerta cuales efectos de esa gramática originalmente nacida en un determinado contexto, hoy día “choca” con una escuela que quiere ser no un premio al mérito del que puede durar, sino un derecho.
La gramática escolar ha sobrevivido porque ha sabido ser la mejor alumna del modo de producción que la dio a luz. Tal vez llegó la hora de que rinda cuentas de a qué intereses sirve y si es necesario que siga existiendo tal como quedó plasmada a través de la historia. 














Bibliografía

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Documentos

Ley federal de educación
Ley de transferencia
Ley nacional de educación
Ley de educación técnica
Resolución CFE 84/09_Anexo
Resolución CFE 88/09_Anexo
Resolución CFE 93/09_Anexo